¿Cómo se encuentra la actualidad del sector de juegos de casino y máquinas tragamonedas en el Perú?

Esta es una industria absolutamente formal, regulada y controlada al mayor nivel. Me atrevería a decir que en el país no hay otra que tenga tales controles.

Por ejemplo, debemos reportar en tiempo real a las entidades reguladoras acerca de todas las transacciones operativas y financieras que suceden en cada una de las máquinas tragamonedas y mesas de juego en el país, de manera individualizada. Esto no se ve en el transporte, ni la pesca ni la minería, por citar tres ejemplos.

Debemos cumplir con regulaciones complementarias, como aquellas relacionadas al SPLAFT, Sistema de Prevención de Lavado de Activos y Financiamiento del Terrorismo, donde somos sujetos obligados por Ley, debiendo designar un Oficial de Cumplimiento ante la UIF, llevar un control de operaciones sospechosas en sala (si las hubiera), registro de ganadores de premios, etc., con reportes periódicos a la UIF y DGJCMT, además de visitas inopinadas. Cada empresa, para este fin, propone políticas de aseguramiento en la prevención y control, las que son parte de su Plan de SPLAFT, en el que se capacitan todos los miembros de la empresa, comprometiéndolos con el éxito de esta gestión.

En este momento, podría decirte que salvo algunos muy aislados y desafortunados incidentes, no existe el juego ilegal en el Perú. La Autoridad (DGJCMT) ha logrado una gestión impecable en el control y erradicación de la ilegalidad.

Claro que hay cosas en las cuales trabajar aún, ya que esta es una industria dinámica e intensiva en desarrollo tecnológico. Todos los que estamos en el rubro sabemos que el Perú es un ejemplo de entorno regulado en Sudamérica. Lo que es lamentable es que algunas de nuestras propias autoridades no lo sepan.

¿Cuál es la carga tributaria que deben afrontar los operadores?

Como toda empresa, nosotros pagamos sin ningún tipo de preferencia o exoneración el 30% de impuesto a la renta (ganancias) a fin de año, con anticipos mensuales.

Como todo local con atención al público, pagamos los impuestos municipales de funcionamiento, fachada y demás. No tenemos ninguna preferencia, evidentemente.

Donde viene la diferencia es en el tratamiento del IGV, IVA en otros países, que es el impuesto a las ventas. Cuando adquirimos nuestros equipos, y dado que nuestra industria “no vende tiempo” (sería lindo poder comprar tiempo de vez en cuando) ni tampoco vende una parte del equipo cada vez que se usa (resulta absurdo pensar en eso), este IGV no es trasladable y por tanto es asumido como costo. Esto se sustenta en la no afectación del juego del artículo 2 del Impuesto General a las Ventas, que grava la venta de bienes y servicios, donde las actividades de juego no están incluidas.

Fuera de ello tenemos un Impuesto Especial al Juego, con una alícuota del 12%. Este impuesto, en concepto, es un Impuesto Selectivo al Consumo aplicado solamente a nuestra industria. Este impuesto se paga sobre el ingreso bruto diario de cada equipo y, si bien se considera gasto, no es adelanto de renta anual, como sucede con otras industrias.

Por eso es que todos nos preguntamos cómo es que tan ligeramente se pueden hacer afirmaciones relacionadas a la falta de contribución de nuestra industria en la recaudación tributaria, cuando la presión consolidada linda en el 50%.

¿Cómo se trata la ludopatía en el país?

En el país existe una Ley de prevención de la Ludopatía, que estamos obligados a observar y respetar. En cada sala de juegos o casino existe un plan de acción que inicia con la identificación de los asistentes a las salas y la verificación de su no presencia en el registro de ludópatas. Este registro, que se alimenta por denuncia o autoexclusión, es una base de datos nacional referida a los casinos y salas de máquinas tragamonedas. Al momento hay algo más de 300 ludópatas en el Perú registrados, lo que corresponde al 0.0009375% de la población. Aún con el margen de error más grosero que podríamos aplicar, estamos a una distancia inconmensurable de las cifras irresponsables que se han venido manejando en medios públicos, seguramente por desconocimiento de la realidad, que situaban el problema en el 5% de la población. En todo caso, si esa cifra fuera real, el esfuerzo regulatorio debería dirigirse hacia los sectores y negocios donde tal fenómeno está sucediendo, que no son los casinos y salas de máquinas tragamonedas.

Particularmente actuamos proactiva y eficientemente en la prevención del juego compulsivo o ludopatía. En este punto hay que aclarar que lejos de lo que popularmente se cree, pensar que la ludopatía es un vicio, es erróneo. Revisando fuentes de información pública, podemos verificar que la ludopatía es una dificultad para controlar los impulsos, y que en cierto sentido tiende a manifestarse en practicar, de manera compulsiva, uno o más juegos de habilidad o de azar, sin que necesariamente medien apuestas en ellos, por lo que no es un aspecto relacionado a los juegos de casino exclusiva o necesariamente, como tan irresponsablemente se suele señalar. Por todo ello, no se debe confundir la ludopatía con un vicio, ya que en realidad es una grave enfermedad crónica, una adicción y que no se corresponde exclusivamente con los juegos de azar.

También es importante aclarar que los juegos de azar no son necesariamente juegos de casino o de tragamonedas. La lotería es un juego de azar (que no depende de la DGJCMT en el Perú), los juegos de consola incluyen opciones de juegos de azar, los juegos de naipes o dados en clubes privados también son juegos de azar, etc. Estigmatizar a los casinos y tragamonedas como centros de vicio y ludopatía (que no es lo mismo), resulta un facilismo que debe erradicarse socialmente y debe empezar a entenderse a estos locales como lo que son; centros de entretenimientos.

En su opinión, entonces, ¿existen otras actividades que podrían desencadenar una conducta ludópata, además de los juegos de azar?

Por supuesto que existen. Las apuestas deportivas, que no son juegos de azar, pueden disparar esta adicción. Los juegos de consola o juegos en redes pueden hacer un ludópata de un gamer. La diferencia, probablemente, es que como ello ocurre en casa lo vemos como algo menos dramático o al menos más normal, cuando esencialmente es lo mismo.

Entiendo que hablar de casinos y tragamonedas resulta mucho más vendedor y sensacionalista, pero ello no puede pretender mostrarnos una realidad que no es cierta, ni tampoco responsabilizar a nuestra industria achacándonos cifras antojadizas provenientes de una estigmatización.

¿Podríamos decir entonces que hay una desinformación de la realidad de la industria de juegos de casino y máquinas tragamonedas en el Perú?

Por supuesto que la hay. Además creo que ha aplicado muy bien el término “industria”, ya que eso somos. Generamos empleo y bienestar, somos empresas formales que cumplimos con las legislaciones laborales, promovemos el empleo formal y, sobre todo, damos un espacio de esparcimiento y acompañamiento a sectores de la población que por su edad o condición no lo tienen en casa o en sus círculos cercanos. Promovemos la participación social por medio de la ayuda a varios sectores necesitados en forma de infraestructura educativa, sanitaria, etc. Simplemente elegimos hacerlo de manera callada, sin publicidad porque entendemos la proyección social de esa manera, no como una publicidad.

Desafortunadamente, tal como sucede en otros rubros del desarrollo industrial del Perú, no existe el conocimiento real de cómo funciona la industria. Se han leído todo tipo de cifras y aseveraciones en estas últimas semanas, siendo la mayoría equivocadas y fuera de lugar, cuando no exageradas.